El elefante africano es la mayor de todas las especies de mamíferos terrestres. Es un animal emblemático, asociado con la sabiduría y el liderazgo en muchas culturas. Estos exquisitos mamíferos tienen una anatomía única que contribuye a la forma en que viven, se alimentan, se desplazan y se comunican entre sí.

Comenzando con la cabeza, el elefante africano tiene una trompa de aproximadamente 2 metros de largo, con un órgano sensorial sencillo llamado prolapso, ubicado en su extremo. Esta trompa es usada para olfatear y oler su entorno, beber, comer, saludar a otros elefantes y para comunicarse. Los elefantes también tienen largos colmillos que pueden tener hasta 150 cm de largo. Estos se usan para tomar ramas y hojas, cavar y defendernos.

El cuerpo del elefante Africano es robusto y musculoso, con una altura promedio de 3,2 metros en machos y 2,4 metros en hembras. Los cuatro patas tienen dos dedos gruesos en cada uno, lo que les permite soportar su peso voluminoso de forma estable. Las barreras externas del elefante se componen de células córneas desnudas y calvas, lo que les permite disipar el calor, protegerse del agua y ambientar mejor su entorno.

Finalmente, hay que señalar la particular cola de un elefante, compuesta de pelo y encima de la piel. Esta cola se usa mucho en la comunicación entre ellos para demostrar alegría, tristeza, advertencia y muchas otras cosas. Además, los elefantes tienen gran sensibilidad auditiva, con conductos auditivos ubicados en los ángulos internos de sus ojos. Esto les ayuda a oír hacia dónde se dirigen los sons y detectar a otros animales y otros objetos.