Había una vez una niña llamada María que vivía en un pequeño pueblo en el campo. Ella era muy feliz allí, rodeada de sus amigos y familiares. Un día, María decidió explorar el bosque cercano.

Mientras caminaba por el bosque, María vio una pequeña casa de piedra. Se acercó a la casa y vio que la puerta estaba abierta. Entró y vio una habitación con una mesa y una silla. En la mesa había una taza de té y una nota.

María leyó la nota y descubrió que era de una bruja. La nota decía que si María bebía el té, la bruja le concedería un deseo. María estaba emocionada y decidió probar el té.

Después de beber el té, María sintió una extraña sensación. De repente, la bruja apareció y le dijo que su deseo se había hecho realidad. María estaba muy feliz y agradeció a la bruja por su generosidad.

La bruja le dijo a María que siempre recordara que los deseos pueden tener consecuencias inesperadas. María asintió y se fue a casa con una sonrisa en su rostro. Desde entonces, María siempre recordaba la lección de la bruja y se aseguraba de pensar cuidadosamente antes de desear algo.